30/4/10

Según parece, el spanglish ya no va a ser la única manifestación lingüística, fruto del mestizaje y el contacto directo entre códigos lingüísticos diferentes. La fusión de español e inglés, admitido por muchos y rechazado por otros, ha encontrado un aliado llamado "Globish". Su mentor Jean-Paul Nerriere ha puesto sobre la mesa, sin duda alguna, uno de los temas que van a dar que hablar en el futuro, es decir, la reformulación sobre la comunicación y los códigos empleados en ella.

Este jubilado ex director de IBM ha profundizado y, con notable acierto, lo que ya anteriormente el lingüística Charles K. Ogden había sostenido en su libro Inglés básico. Este lingüista inglés sostenía que del total de palabras que comprende un idioma, bastaba con aprender y saber utilizar bien 850 palabras para poderse manejar adecuadamente en un idioma.

Nerriere ha dado dos vueltas de tornillo más a la teoría de Charles K. Ogden y ha diseñado un nuevo modelo de aprendizaje del inglés para poder mantener con éxito una conversación en inglés. Su método consiste en reducir el total de palabras que posee el inglés a un máximo de 1.500, promover una sintaxis simple y evitar las complicaciones del código lingüístico, buscando estructuras asimilables a cada lengua, es decir, poder expresar con palabras sencillas estructuras complejas.

Ahora bien, independientemente de estar o no de acuerdo con ambas tesis lo que está claro es que se ha abierto un debate sobre el aprendizaje de idiomas. ¿Cuántas veces nos hemos preguntamos para qué nos sirve aprender determinada palabra si nunca vamos a necesitarla o ya conocemos un sinónimo para ella?

En mi opinión, sin intención de menoscabar a aquellos que se obsesionan por la perfección lingüística, no le falta algo de razón a este planteamiento. Se podría afirmar que una gran parte del Globish tendría su fundamento en la teoría del aprendizaje significativo: aprender aquello que nos va a ser de utilidad y en el caso del Globish, aprender lo que voy a utilizar.

No obstante, aunque encuentro este planteamiento interesante creo que presenta una serie de problemas, que no prevé e impide que se pueda aplicar de manera eficiente y realista. En primer lugar, porque debemos partir del supuesto de que el receptor del mensaje también comparte el mismo código lingüístico que el nuestro, lo que es demasiado aventurar. En segundo lugar, porque si el código lingüístico es diferente la comunicación no se puede dar, o por lo menos, no sería en términos de eficacia, suficiente como para mantener una conversación durante un largo tiempo.


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